Álvaro Lobo
Un grupo de jóvenes artistas italianos, entre los años 1855 y 1870, revolucionó la pintura europea. Inconformes con las rígidas reglas impuestas por las academias —guardianas de la tradición artística, vigilantes de las normas clásicas de la representación— y deseosos de expresar su particular manera de ver la realidad irrumpieron en el mundo del arte. Estos jóvenes desafiaron los criterios de la Accademia di Belle Arti San Marco de Florencia donde estudiaron.
La mayoría procedía de la Toscana, pero convergieron a Florencia artistas de muchos lugares de Italia. Solían reunirse en el Café Michelangelo. Este café, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la década de 1920, fue un lugar de animadísimas discusiones sobre temas artísticos y políticos. Un lugar de reencuentro de jóvenes que fueron el motor del movimiento artístico italiano y contribuyeron de forma decisiva a la renovación de la estética pictórica.
Buscaban un cambio en el arte y se inclinaron por representar el paisaje del natural con la ilusión de alcanzar una nueva realidad. Fueron pintores de paisajes, de la vida campesina y de escenas costumbristas que reflejaban la vida burguesa. Representaron temas relacionados con el deseo de unidad de Italia, y algunos de ellos combatieron como soldados en el frente por la reunificación de su país. En esa época, una buena parte de Italia estaba bajo dominación de los Habsburgo y de los Borbones.
Emplearon técnicas innovadoras que anticiparon al movimiento Impresionista francés. Fueron los primeros artistas en abandonar el estudio y pintar a plena luz. Como suele ocurrir, recibieron el rechazo de los poderes establecidos. Un periodista, pretendiendo ofenderlos, los llamó los macchiaioli –en italiano «manchistas» o «manchadores»–. El nombre macchiaioli significa “manchistas”, procedente de la palabra italiana macchia, en español mancha. En un principio la palabra macchiaioli tenía un sentido peyorativo, ya que desde el siglo XVI se llamaba macchia a la idea primera que se tenía de la obra, a los bocetos apresurados. Las obras de estos artistas fueron consideradas simples esbozos o ejercicios de pintura. Sin embargo, ellos protagonizaron una importante revolución en la pintura europea. Rompieron con el romanticismo y utilizaron la novedosa técnica à plein air.
A pesar de la cantidad de paisajes realizados por los macchiaioli, el retrato también gozó de popularidad, y como resultado del alejamiento de la pintura académica, estos artistas se interesaron en el posado natural del modelo y la cotidianeidad del ambiente que lo rodeaba. En sus retratos también influyó decisivamente la fotografía
Los macchiaioli tuvieron influencia sobre algunos de sus colegas franceses. Degas y Manet se reunieron con estos pintores en el Café Michelangelo. En su génesis se encontraba el rechazo a la pintura académica y al panorama artístico de la Italia de su época, frente al que defendían una nueva técnica basada en las manchas de color, que según ellos creaban unas «impresiones» espontáneas e inmediatas de la realidad visual. Es por ello que numerosos historiadores los califican de «protoimpresionistas». Frente a los ideales de belleza del academicismo, los macchiaioli contraponen il vero, «lo verdadero»».
Los manuales de la historia de la pintura guardan silencio total sobre la existencia de los macchiaioli. Estos comentarios se apoyan en un escrito de la historiadora Inés Cabello sobre la exposición organizada por la Fundación Mapfre de algunas obras de los macchiaioli en Madrid en 2013 y en múltiples páginas de la red.
El surgimiento del movimiento impresionista en Francia y la excepcional calidad de algunos de sus representantes hundió en el olvido a los macchiaioli. He aquí una breve muestra de sus obras en la exposición de la Fundación Mapfre de 2013 en Madrid.