Solía decir Borges, citando a Plinio el Joven, como ya lo había hecho Cervantes en su obra capital, “que no hay libro tan malo que no tenga algo bueno”. Acogiéndome a los generosos beneficios que brinda esta sentencia, decidí poner a consideración del público este escrito, que no tiene pretensiones literarias y musicológicas algunas. Hernando Bonilla Mesa